lunes, 11 de junio de 2012

- ¡El que mucho abarca poco aprieta!-

Por Liliana Alzate Cuervo El ultimo fin de semana de mayo estuvo en cartelera en la ciudad de Cali: Ricardo III de Shakespeare en Comfenalco -25 de mayo- version libre del grupo de Pereira Teatro EL PASO y un preestreno de la obra Volpone de Ben Jonson (1572-1637) en la sala Julio Valencia del Instituto Departamental de Bellas artes - 26 de mayo- Decidí darme ese fin de semana una ráfaga de época jacobina y me suscito la idea de hacer un análisis comparativo de ambos trabajos escénicos, aunque tienen características muy distintas, pero sirve para reflexionar un poco sobre este género teatral y los aportes dramatúrgicos de nuestros directores nacionales a las obras inglesas, ya que son ejemplo de cómo ciertos rótulos impuestos por sus propios creadores, no son siempre categorías positivas para un análisis teatral . El primero es un grupo profesional, “Teatro EL PASO”, el cual obtuvo Beca Nacional de Creación Teatral del Ministerio de Cultura 2011-2012; hizo parte de la programación del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá 2012 y hará parte del Festival Internacional de Teatro de Manizales 2012. La obra es Ricardo III de William Shakespeare escrita hacia 1593 y dirigido hoy por Cesar Castaño, con actores de Pereira, algunos radicados ya en Bogotá y la producción de la reconocida Luz Estela Gil.- lo que supondría cierta curaduría por su experiencia en el Festival de Cali-. El segundo grupo pone en escena la obra VOLPONE, un preestreno del cuarto semestre de arte dramático de la facultad de Bellas Artes, dirigido por maestro German Barney, especialista en comedia del arte, el grupo cuenta con un proceso de un año en el estudio y abordaje de la obra. Recordemos que Volpone, o El zorro es una comedia negra producida en 1606 y se trata de una sátira mordaz sobre la avaricia y la lujuria. Ha permanecido, hasta la fecha, como la obra de Jonson que más veces ha sido llevada a la escena, siendo una de las más importantes obras de la época jacobina pero que históricamente el texto estuvo invisibilizado por la fama de Shakespeare. Grandes directores han hecho historia con su adaptación tanto en toda Europa como en latinoamerica desde Gordon Craig, hasta Kartun en Argentina o Roberto Ángeles del Perú, por nombrar algunos. Según las definiciones anteriores el primer grupo seria profesional EL PASO y el segundo amateur, lo particular de estas clasificaciones es que no siempre funciona así, en este caso parecería lo contrario -¿entonces como analizar procesos creativos disimiles, que no corresponden a sus aparente categorizaciones ? Veamos ambos casos: EL grupo de Pereira dice en su programa de mano que- “ Ricardo, un hombre que en las noches es asesino, acumulador de fosas, y al día siguiente es elegido como gobernante. ¡Una imagen paralela a una realidad posible!...Un espectáculo creado a partir de la obra de William Shakespeare, con una interesante propuesta de actuación y de manipulación a la vista de muñecos de diferente técnica y formato, música en vivo y un tono farsesco que la hace muy divertida para todos los públicos. “ Como vemos es una trabajo profesional, que está de gira y ha indagado en Shakespeare por varios meses, proponiendo un tipo de abordaje escénico desde los muñecos, mayoritariamente la técnica del bunraku. Siguiendo sus palabras busca una similitud del argumento con la realidad nacional, además de un estilo brechtiano en la puesta en escena y la propuesta actoral. Por otro lado VOLPONE es un texto escrito hace 400 años y es el primer trabajo escénico de los actores y actrices dentro de la escuela, un texto clásico que debe sostener su estilo y categoría dramática correspondiente a una época como exigencia pedagógica. La puesta contiene la utilización de mascaras y un tipo de actuación farsesca; además de un emparentado tema con la realidad colombiana, desde la comedia. Siguiendo la lógica se debería leer cada uno en su categoría (profesional y amateur), el primero buscando la excelencia y una propuesta de un tejido fino en la dramaturgia, más allá de lo anecdótico. Y el segundo un buen acercamiento de los jóvenes actores a un tipo de actuación, a un uso de la máscara y a la dificultad de pronunciar con veracidad un texto clásico. Pero, no es posible este análisis ya que las obras se comportan por ellas solas y exigen de esta misma manera su propio análisis. Veamos como: En el Ricardo III asisto a un acontecimiento escénico, lleno de lugares comunes, una propuesta lumínica pobre y unas atmósferas sonoras abrumadoras sin ningún trabajo de afinación para un grupo profesional. Ahora bien, para dimensionar la complejidad del personaje es importante recordar el referente clásico de la interpretación del famoso Laurence Olivier en la Royal Shakeaspere Company en 1955, herramienta básica de cualquier academia teatral. En la sala de Comfenalco nos encontramos con un director preocupado por lucirse como protagonista que construye un Ricardo III sin matices, o mejor llamarlo “richi” como fue adaptado por Castaño. Pero lo que más me sorprende es que Pereira, que se ha identificado por un buen manejo de muñecos, en este caso no es un ejemplo, la técnica no es equilibrada en todos los actores y queda una sensación de un maltrato del objeto en escena. Los actores en general, tratan de ser honestos y encontrar una verdad en la escena, pero es evidente que no tuvieron dirección, ni una propuesta dramatúrgica clara que les permitiera avanzar creativamente y encontrar un conjunto como grupo de actores. Sorprende ver, de un Director de la Red Nacional de Dramaturgia, una dramaturgia que no toma en cuenta los múltiples análisis sobre los importantes momentos dramáticos de la obra inglesa. Por ejemplo, entre las mejores escenas figura aquella en que la vieja reina Margaret, viuda de Enrique VI, maldice a los demás personajes del drama, culpables de la pérdida de su marido y de los suyos; sus maldiciones, según muestra el desarrollo del drama, se cumplen, por lo que la figura de la anciana cobra casi la categoría de una Erinia. Aquí, en la versión de Castaño, es una caricatura de vieja regañona sin mucha importancia, más de una comedia ligera que de una tragedia clásica. Otro momento lastimoso es el famosos monologo del Ricardo III que en la dramaturgia de Castaño se simplifica a la nada, pasando por alto el estilo amanerado y retórico, con repeticiones de comienzos de versos y otros artificios, tales como invectivas e imprecaciones. Olvidando que de un extremo a otro lo recorre como motivo dominante la palabra "sangre". Por el contrario el carácter del Ricardo de Castaño es pusilánime y muy poco vigoroso y en general el texto dramático es maltratado en la escena hasta más no poder, lleno de “morcillas” como se dice en el argot del teatro a las adhesiones improvisadas de los actores; cortado y pegado sin ningún detenimiento. Los actores, gritan, saltan, exageran, no se escuchan en la escena, la voz es impostada, repleto de un humor obvio la tragedia Shakespereana es en Comfenalco una vulgar comedia. Tanto que podría estar de acuerdo con palabras de Faciolince en tan criticada reflexión sobre su odio al teatro: “Quiero salir corriendo. Sentado en la butaca no me meto en la acción: veo un espectáculo ridículo….., una impostura…” que pretende ser profesional. Por estas razones sería mucho mejor un análisis de esta obra desde lo amateur… ya que desde esta categoría sus alcances serian propuestas por definir; se aconsejaría al grupo trabajar con un músico para la escena, que el director revisara si vale la pena que él sea el protagonista de tan complejo personaje o si no sería más importante para la obra y el grupo detenerse en la dramaturgia del espectáculo que ha propuesto, afinar las situaciones entre muñecos y actores, aclarar el énfasis político que intenta abordar con su Ricardo III ( la bandera roja, el gesto hitleriano del pueblo, etc.) trabajar en una propuesta de luces que apoye a la técnica del Bunraku para que no anule el dispositivo desde el comienzo y resalte las actuaciones con imágenes que hablen desde la luz. ¡Mejor dicho que el director dirija! O ¡que el actor se deje dirigir!. Por otro lado, el trabajo “amateur” de la escuela de Bellas Artes ”Volpone” tienen una propuesta sonora impecable, una utilización del espacio que nos involucra en la época del Johnson, y podemos escuchar el texto clásico sin muchas interferencias. Una propuesta lumínica sencilla pero creadora de atmosferas. Ahora bien, los actores – estudiantes en el teatro clásico deben mantener un rigor en el uso de las mascaras y en el respeto al texto, no solo el de Johnson, si no en la adaptación hecha por el maestro Barney , para que esta comedia no se convierta en una tragedia escénica. Pero, para bien de los estudiantes de este grupo, la función del sábado fue solo un preestreno con público y aun podrán trabajar arduamente la fluidez del espectáculo y evidentemente se convertirá en un trabajo depurado con altos niveles estéticos, si sus componentes se responsabilizan de los que les corresponde: sus actores en doble reparto deben aprenderse el texto, entender sus giros, moverse y hablar verazmente, mientras su director, pulirá y exigirá desde la butaca lo necesario para su excelencia. Cualquier comparación es atrevida pero, lo que intento dejar ver es la importancia de la aceptación con humildad de los roles en el teatro, dentro de un proceso creativo que tiene como fin un trabajo escénico para mostrar al público, ya que puede hacer que una obra AMATEUR tenga tintes profesionales y por el otro lado lo pretenciosos de esos mismos roles puede convertir a un trabajo profesional en una pesadilla para el que está en la platea. Un grupo profesional que va de gira nacional, aplica apoyos del estado y muestra su propuesta escénica en diversos festivales internacionales debe tener un respeto por su platea. Y asumir que con tales rangos y menciones se le aplicara un análisis que cumpla con una mínima exigencia, calidad e indagación en el trabajo escénico. No olvidemos el adagio popular - ¡El que mucho abarca poca aprieta!-