domingo, 23 de septiembre de 2012

la educacion prohibida

http://www.educacionprohibida.com/ SE RECOMIENDA A TODOS LOS DECENTES Y ESTUDIANTES INVOLUCRADOS E INQUIETOS EN LA REFLEXION ACADEMICA QUE MIREN ESTE DOCUMENTAL. La Educación Prohibida es una película documental que se propone cuestionar las lógicas de la escolarización moderna y la forma de entender la educación, visibilizando experiencias educativas diferentes, no convencionales que plantean la necesidad de un nuevo paradigma educativo. La Educación Prohibida es un proyecto realizado por jóvenes que partieron desde la visión del quienes aprenden y se embarcaron en una investigación que cubre 8 países realizando entrevistas a más de 90 educadores de propuestas educativas alternativas. La película fue financiada colectivamente gracias a cientos de coproductores y tiene licencias libres que permiten y alientan su copia y reproducción. La Educación Prohibida se propone alimentar y disparar un debate reflexión social acerca de las bases que sostienen la escuela, promoviendo el desarrollo de una educación integral centrada en el amor, el respeto, la libertad y el aprendizaje. Sinopsis La escuela ha cumplido ya más de 200 años de existencia y es aun considerada la principal forma de acceso a la educación. Hoy en día, la escuela y la educación son conceptos ampliamente discutidos en foros académicos, políticas públicas, instituciones educativas, medios de comunicación y espacios de la sociedad civil.Desde su origen, la institución escolar ha estado caracterizada por estructuras y prácticas que hoy se consideran mayormente obsoletas y anacrónicas. Decimos que no acompañan las necesidades del Siglo XXI. Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo. A partir de estas reflexiones críticas han surgido, a lo largo de los años, propuestas y prácticas que pensaron y piensan la educación de una forma diferente. “La Educación Prohibida” es una película documental que propone recuperar muchas de ellas, explorar sus ideas y visibilizar aquellas experiencias que se han atrevido a cambiar las estructuras del modelo educativo de la escuela tradicional. Más de 90 entrevistas a educadores, académicos, profesionales, autores, madres y padres; un recorrido por 8 países de Iberoamérica pasando por 45 experiencias educativas no convencionales; más de 25.000 seguidores en las redes sociales antes de su estreno y un total de 704 coproductores que participaron en su financiación colectiva, convirtieron a “La Educación Prohibida” en un fenómeno único. Un proyecto totalmente independiente de una magnitud inédita, que da cuenta de la necesidad latente del crecimiento y surgimiento de nuevas formas de educación.

se despertaron los estudiantes de la escuela de teatro del valle

Cali, septiembre 10 de 2012 Esta escuela se está volviendo contemporánea. A quienes corresponde: Creo que la aparición de entes anónimos que utilizan los medios para mostrar inquietudes sobre el manejo de la escuela, no es la causa de nuestro actual problema. Es justamente el efecto. Podríamos detenernos en el tono con que se escribieron, la escasez de diplomacia de la que adolecen, mil otras cosas superfluas. Pero si tomamos el asunto con inteligencia – y me refiero a la inteligencia que es sustancia esencial para la comprensión del otro y de sí mismo para lograr la trascendencia espiritual de todos y no la astucia que solo busca el bien propio-, veremos que esta manifestación es positiva. Muestra que el estudiante está cuestionándose el medio del que hace parte. Muestra que nos encontramos ante una generación que no traga entero lo que se le da y que no calla ante lo que se le quita. Muestra que el artista actual ya no le basta la ensoñación de la creación, la fascinación estética, sino que ve en el arte y en su vida social el medio para tocar al otro, para afirmar su identidad y su conciencia. Y muestra algo que no tiene que ver solo con política. Es, por el contrario, un hecho artístico muy propio de nuestra generación. Un hecho que invita a mirar el arte y la pedagogía teatral de otra forma: me atrevo a decir, de una forma contemporánea, es decir coherente a nuestra existencia en este tiempo y no en otro. Para empezar, el anonimato no es solo una negación de la identidad. Es una forma de identidad nueva, impersonal. No hay biografía, no hay construcción del personaje, porque no hay personaje. El personaje estuvo en crisis un tiempo, ya no lo está. Ahora es una entidad sin verdades ni certezas que puede ser y no ser, que puede ser y no ser cualquiera. Puedes ser tú. Puedo ser yo. Es una forma, muy actual, de resistir a la globalización de la identidad, es la única forma de lograr la tan anhelada y utópica equidad: Negándola. Para decir cosas que no son verdad, porque la verdad no existe. Para decir cosas que no tienen tiempo, porque no existe fábula. Para decir cosas que no tienen importancia, porque es arte. Todo lo demás es un estratégico sobredimensionamiento. Se es anónimo, porque no hay verdad, porque no hay historia, porque no es gran cosa. Es solo una forma de llevar la opresión asfixiante. Muestra de una manera muy rudimentaria algo de lo que habla muy bien Zarrazac cuando plantea su Impersonaje. Si estas expresiones se han tomado las redes virtuales, tampoco es gratuito. Esto habla de lo poco eficientes que son nuestros conductos internos de información e interacción. Que éstos ya no son de fiar. Que el estudiante ya no confía en ser escuchado. Por eso se hace escuchar. Esta desmaterialización de la realidad de la que habla muy bien Baudrillard cuando habla de la hiperrealidad, esta fascinación de la comunicación en sí misma, en términos globales puede tener diversas causas sociales, culturales, políticas. Pero hablemos de la escuela, nuestro entorno inmediato. Yo me pregunto ¿Es posible una comunicación abierta entre estudiantes y profesores? Primero, ¿Es necesaria? ¿Es posible y necesaria una correspondencia evaluativa de los estudiantes hacia los profesores que no sea solo con esos formularios chistosos que llenamos a la carrera cada final de semestre? ¿Cómo esperar en el escenario de nuestra opinión una crítica constructiva si no se nos enseña la crítica, si se nos critica sin criterio, si no podemos confiar siquiera en una evaluación? Si en la escuela misma se presenta en este momento que la gente no se dice las cosas a la cara, y que se las dice de manera disonante, no es por la hiperrealidad, ni porque Debussy haya ampliado la escala armónica. Es porque desde la misma estructura de la escuela no se ha creado el ambiente de comunicación donde ésta sea posible sin ser juzgado. Ahora vemos algo que no tiene precedentes en los más de quince años de la nueva escuela. El estudiante toma el valor nuevo de dirigirse a quien lo dirige y confrontarlo en su pedagogía. Una mente estrecha podría ver esto como una afrenta abierta en contra de la autoridad, incluso contra las leyes del mundo natural. Pero yo creo que este también es un hecho contemporáneo que habla muy bien de nuestra generación. Una generación que rompe no solo con la cuarta pared y quiere tocar al otro, sino también con la primera pared, la que tiene sobre los ojos, y no lo deja ver a sí mismo. A su lugar dentro de la comunidad y su obligación para consigo mismo, su profesión y su dignidad. Una generación que ya no quiere vivir en un medio académico donde se le insulta, donde se le difama por conveniencia; donde se le encasilla en un estereotipo social; donde no se le mira con objetividad al momento de ser evaluado; donde se les da beneficios a unos y se les quita a otros cosas que por derecho les pertenece. Desde su lugar curricular y simbólico dentro del grupo, hasta un personaje, un montaje, un repertorio, hasta el respeto que se merece solo por ser humano. Estrategias que, para sabrá Dios qué fines actorales, funcionaron desde hace más de 15 años, pero que ahora ya no funcionan, pues esta generación conoce otras pedagogías. Las quiere, las pide, las exige. No solo son posibles, sino necesarias. Y si las conoce no es porque las haya visto en internet, sino porque en esta misma escuela las ha recibido, las ha aprendido. Si las quiere no es porque el estudiante quiera ser consentido por su profesor, o porque quiera que lo elogien, o porque quiera sentir una comodidad conceptual y personal en el aula de clase. No. Las quiere, porque sabe que a la larga son más efectivas. Porque así los proyectos no se caen tan fácil. Porque sabe que para incertidumbres son suficientes las del arte, como para cargar también con las de la pedagogía y las de la aceptación afectiva. Me refiero a una pedagogía abierta, sin cuartas paredes, o al menos donde el profesor es respetuoso y se puede hacer un montaje sin peleas, sin competencias, sin miedo. Los hemos vivido y por eso los sabemos posibles. Una forma de crear desde la ética y el goce, herramientas primitivas para enfrentarse a la incertidumbre que es y será el arte, y no desde el falso favorecimiento, la insana competencia y los favoritismos, que le hacen un daño inimaginable, no solo a los excluidos, sino también a los incluidos. Es un hecho, el estudiante actual de la escuela de Arte Dramático de la Universidad del Valle se parece mucho al artista contemporáneo. Un sujeto abiertamente patológico. No es un estoico, no es un ético. Es un sujeto patológico, que se reconoce como tal, no como una ensoñación individual configurada, sino como una incertidumbre que hace parte de una colectividad, que no sabe lo que es, pero que intuye con facilidad lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, aunque no pueda reconocer las fronteras de lo uno o de lo otro. Justamente, por eso desafía la autoridad. Para conocer sus límites. Porque en el fondo sabe que la autoridad no se pide. La autoridad no se soborna, no se gana con grosería. La autoridad se gana con respeto. Se da. Con comportamiento ético. Con amor. De esto último hemos tenido bastantes ejemplos pedagógicos, y los seguimos teniendo. Ahora han amenazado a un estudiante. ¿Con qué cara podemos exigir que no haya amenazas en una ambiente escolar donde la amenaza es el pan de cada día? Por una nota. Por un personaje. Por un cupo. Donde se amenaza al estudiante con el éxito, y no con el fracaso de sí mismo. Estas amenazas no son explícitas, claro está. Ni siquiera son enunciadas como tal, de forma abierta, claro está. Tal vez ni siquiera nos estén amenazando. Y entonces, ¿Por qué nos sentimos amenazados? No todos, claro está. Claro como un chocolate espeso. Si el estudiante ahora requiere el anonimato para expresarse, a mí me parece bien. Por algo será. Si el estudiante se pone grosero. Bien, por algo será. Si profesores altamente valorados y respetados académicamente, artísticamente, intelectualmente como Alejandro Gonzáles y Ma Zhenhong ahora son cuestionados ética, personal y públicamente, bien. Por algo será. Si un estudiante es tratado con un desdén casi íntimo –pues, a lo que se ve, ese desprecio que se ve en los medios virtuales es personal y no llega al nivel que se considere jurídicamente como una amenaza-, bien, por algo será, pero no es justo que tomemos esta reunión para regodearnos en una victimización consentida y consensuada a la manera en que se llevan a consenso los asuntos más importantes en esta escuela. Es justo entonces que tomemos esta reunión para cosas importantes. Quiero hablar de lo que se habla en todas partes, entonces espero no haya sorprendidos. Quise hacerlo de la manera más sana -dentro de mi patología-, que no sea la ironía ni el sabotaje. Por eso prefiero las preguntas, que son la única manera en que cada quien se hace una respuesta o se formula nuevas preguntas. Creo que es lo más adecuado en este ambiente contemporáneo que sopla. Yo pregunto: ¿Cuál es el criterio evaluativo para que una obra vaya o no vaya a repertorio? ¿Cuál es el tiempo límite que una obra puede estar en repertorio? ¿Cuál es la frontera que delimita un proyecto de investigación de un grupo de montaje académico? ¿Los logros alcanzados en estas experiencias extracurriculares valen como créditos académicos? ¿Pueden o no pueden los estudiantes que no están matriculados participar de procesos académicos? ¿Todos los montajes deben hacer al final una muestra académica o esto no es obligatorio? ¿Existen favoritismos, o las llamadas “roscas”? ¿Hasta dónde alcanza la jurisdicción de un profesor sobre sus estudiantes a cargo? ¿Existe un reglamento que impida que un estudiante aconseje (mal) a otro estudiante sobre un asunto actoral? ¿O ésta es una función estrictamente reservada a profesores y monitores? ¿Dónde están los monitores? ¿Por qué quitaron a Eder de la monitoría de Movimiento, si es el que mejor se mueve? ¿Por qué el área de Movimiento, que requiere una atención permanente sobre el riesgo corporal, no tiene actualmente monitor? ¿Por qué la mayoría de los monitores están en la oficina de la carrera más práctica y menos teórica de la Universidad? ¿Cuál es el criterio para escoger docentes para las asignaturas de la escuela de teatro? ¿El estudiante no tiene pertinencia en este aspecto o puede opinar sobre los profesores que le son asignados? ¿Qué libertad tiene el estudiante de Arte Dramático para emprender iniciativas teatrales independientes que le signifiquen remuneración económica (Chisgas) fuera de la Escuela? ¿Cuál es el trato verbal más adecuado de un profesor hacia un estudiante? ¿Cuál es el trato verbal más adecuado de un estudiante hacia un profesor? ¿Si un estudiante de actuación tiene iniciativas de tipo político o social es menos artista? ¿Qué tan consensual es el Consenso de profesores? Estas preguntas las escucho todo el tiempo entre nosotros en un lenguaje mucho menos cuidadoso. Con este ejercicio pretendo traducir a una dialéctica las inquietudes que yo tengo como individuo, actor y estudiante de esta escuela, y las que percibo de mis compañeros –no pocos- como dolencias que requieren de la más pronta solidaridad. Con esto no pretendo deslegitimar el trabajo de ningún profesor, mis críticas son abiertas y sinceras, como abiertos y sinceros mis respetos hacia su trabajo, conocimiento, trayectoria y otras cualidades que jamás les podrán ser negadas. Con estas preguntas pretendo volcar la mirada sobre lo que realmente a mi parecer es el epicentro de un problema nada reciente pero que ahora ha llegado al punto de derivar en manifestaciones inapropiadas que no generan diálogo, que irrespetan a compañeros y profesores con ironía y enajenamiento, vocablos de la lengua del miedo. Tal vez con la pronta y efectiva atención y aclaración de estos tópicos podamos volver a un clima de respeto y construcción. Cuando digo que la escuela se está volviendo contemporánea me refiero a que sus habitantes están exigiendo renovación en el sentido del trato personal, del manejo estructural de los asuntos académicos, de la relación pedagógica profesor-estudiante, y de muchos más aspectos que requieren manejos más acordes con los progresos que a nivel espiritual está teniendo el mundo. La escuela se está volviendo contemporánea, pero yo no puedo evitar creer en las personas, soy un romántico, no tengo Facebook, no me gustan los comunicados, no me gustan los anónimos. Todavía prefiero las cartas, entregadas a mano, y firmadas con mi nombre. Atentamente, Joan Manuel Millán Torres.