TEJIENDO DELGADO CON LA PALABRA DRAMATICA>
por Liliana Alzate Cuervo
por Liliana Alzate Cuervo
Precisamente sobre el festival de la semana de la dramaturgia contemporánea que acaba de pasar en Cali. El 19 al 26 de septiembre el festival tuvo el foco en las lecturas dramáticas que contaron la gran mayoría con la presencia de sus autores, traídos de varios lugares del continente: Chile, Argentina, Perú, Ecuador y Colombia. Los cuales también realizaron talleres con escritores jóvenes y reconocidos teatreros a nivel nacional. No faltaron los homenajes a los que ya no están con nosotros como el maestro Enrique Buenaventura (Cali) y Jose Manuel Freidel de Medellín.
Vale la pena profundizar un poco sobre sus encuentros con el propósito de generar una reflexión crítica sobre los temas escogidos y la manera de abordarlos. Me centrare específicamente en el conversatorio de dramaturgia femenina, ya que es mi especialidad, el cual se realizo el jueves 23 de septiembre y participaron María Teresa Zúñiga del Perú, Piedad Bonnet y Beatriz Camargo de Colombia con la moderación de Luz Estela Gil. Una de las directivas del festival.
Es innegable el aporte histórico femenino a la sociedad, las condiciones de cautiverio de las mujeres y la necesidad de una educación democrática y amplia fue pilar de los nuevos caminos sociales en la historia de América latina. En este grupo podríamos mencionar las siguientes influencias: Flora Tristán y Clorinda Matto de Turner en el Perú, Eduarda Mansilla y Juana Manuela Gorriti en Argentina, Laureana Wright en México, Soledad Acosta, María Cano y Amira de la Rosa en Colombia. Todas ellas en foros, en conferencias, en artículos de prensa, ensayos y otros géneros narrativos a demás del dramático, fueron conformando una sola voz que atravesó el continente a finales del siglo XIX y principios del XX. Sin hablar de los antecedentes específicos en la escritura dramática: Hrotsvitha de Gandersheim en el siglo X y principios del XI “primera poeta dramática alemana”, Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) primera dramaturga latinoamericana, o la Sevillana Ana Caro del siglo de oro español o Sor Francisca del Castillo (1671-1742) de Tunja con sus Afectos espirituales... por dar algunos ejemplos.
Recordemos que una de las tareas que hoy día urge más a los historiadores es reconstruir la historia de la humanidad a la luz de nuevos paradigmas. Definir el sujeto histórico, en su concepto y su función; la construcción de la memoria histórica y el imaginario colectivo; las nuevas metodologías que surgen y deben ampliarse son un nuevo concepto de historiografía crítica, comprometida y participativa. Es la historia formal que quiere transformarse, en este caso desde una perspectiva femenina de la historia.
Por el contrario la pregunta de la mesa en el conversatorio de dramaturgia femenina evidencio la nula investigación sobre el tema y la poca información sobre la construcción de un pensamiento reflexivo en torno a la dramaturgia femenina nacional, así como su exclusión en el enfoque de las teorías teatrales actuales sobre la teatralidad. Recordemos que el día anterior la mesa trataba la tradición dramatúrgica en América latina y no había una sola mujer en la mesa.
Primero tenemos que entender que asumir lo femenino en cualquier espacio de pensamiento, hace ya muchos años, no es una batalla cultural por el sexo, es por la mirada. Cuando ambos sexos miran desde un lugar que puede comprender a todos, la batalla está ganada. Entonces no es una cuestión de darle un espacio a un sexo es asumir una mirada y un discurso que fue absolutamente silenciado por siglos y que está emergiendo con la fuerza de lo ausente: no es que durante siglos las mujeres no pensaron. No es que se suspendió el pensamiento y la acción a lo largo de siglos. Simplemente se trataba de una palabra no autorizada. Hombre y mujeres sabemos que la historia se ha reconstruido, escrito, transmitido y difundido desde una óptica patriarcal: la historia tradicional, entendida como arma del poder, como medio de permanencia y estatismo, ha interpretado cada rama de la historia desde los valores masculinos. De hecho, en la historia reciente de Colombia muchas mujeres se incorporaron a muchos espacios: políticos, académicos, científicos, artísticos, pero nadie podía asegurar que todas ellas ven el país con un prisma femenino, ni que todos los hombres tienen una mirada patriarcal.
En este orden de ideas queda un tanto facilista asumir una mesa de dramaturgia femenina donde la pregunta es si existe o no la dramaturgia femenina. sin contar o por lo mencionar antecedentes, contexto, personajes locales y nacionales que cuentan con serias y bastas investigaciones sobre el tema o por lo menos actualizarse en las concepciones sobre perspectiva de género y las últimas publicaciones y premios de las dramaturgas del país que recientemente ha sido reconocidas. Me refiero a Patricia Ariza, Carolina Vivas, Marina Lamus, Beatriz Risk, Martha Marquez, Juliana Carabalí, Monica Camacho, Tania Cárdenas, Ana María Vallejo, Pilar Restrepo entre otras. Lo anterior evidencia la poca investigación sobre el tema y la negacion por parte de los organizadores de las investigaciones y producciones locales y nacionales.
Finalmente quisiera anotar que en la actualidad, pocos nos conformamos con la visión clásica de la historia factual, herencia del positivismo y en la historia el rol femenino a jugar en la construcción del conocimiento no es solo reflexión de mujeres sino un sinfín de otras miradas.
Quiero rematar este tejido delgado de la mesa de dramaturgia femenina valorando las palabras de las dramaturgas invitadas y sus resultados escénicos: las anécdotas desde la literatura de Piedad Bonnet, conocer la palabra de la directora, actriz y escritora María Teresa Zúñiga del Perú que en este momento es una de las dramaturgas mas reconocidas en el ámbito latinoamericano y la voz sabia de Beatriz Camargo (Cantara). Precisamente por su relevancia es que es imposible pasar por alto estas falencias. Ya que el fin es ampliar el debate de lo que se entiende como dramaturgia femenina para realmente profundizar en un aspecto que denota nuevas visones sobre la escritura teatral. Para no quedarnos en frases de cajón y conceptos retrógrados sobre la perspectiva de género y terminar desvalorizando la propia importancia de su estudio.
Y por las dudas quiero aclarar que esta columna es de opinión y no personal, y que lo que quiere es resaltar la mirada de nuestro entorno teatral principalmente antes que validar lo ajeno. No para quedarnos mirándonos el ombligo sino para darle altura a un evento de esa magnitud, para no seguir enfrascados en discusiones de provincia del siglo XIX y que opacan los grandes esfuerzos de mantener este valioso espacio cultural en la ciudad.