lunes, 16 de septiembre de 2024

Se nos fue El profesor Aleman



Se nos fue el profesor alemán.

En homenaje a la partida del maestro Carlos José Reyes, quiero recordar algunos de los encuentros que marcaron rutas decisivas en mi vida profesional. Fue el primero en creer en mí como investigadora teatral, siendo mi asesor en un premio de Colcultura allá por los años 90. Participó activamente en el video sobre García y Buenaventura, La cena, transmitido por Señal Colombia, siendo ya director de la Biblioteca Nacional.

Aquí lo pueden ver: https://youtu.be/gVyFevezimY?si=vVChtPuwLyAokpmJ

A principios de los 2000, escribió el prólogo de mi libro ¿Cuál es su problema fundamental?, sobre su amigo el maestro Santiago García. Y luego, en plena pandemia, lo invité y aceptó participar en un foro virtual sobre Las otras voces, mi última indagación. Mostró su lucidez y acertados criterios sobre la memoria teatral. Aquí lo pueden escuchar: https://youtu.be/A_AVrOt-wR8?si=rnCV2NG6UEjn8tbS

Siempre dispuesto, generoso y cálido, nos encontramos en muchas otras ocasiones, compartiendo festivales, encuentros teatrales y homenajes. Me enseñó a encontrar criterios justos sobre la apreciación escénica, a detenerme en los procesos, a diferenciar categorías de producción y a ser generosa con la información. Y mucho más sobre la creación y la investigación, que podría seguir recordando.

Hoy quiero retenerlo en mi memoria por la última vez: el maestro Carlos José salía de camerinos, aún maquillado, como su personaje, el profesor alemán. Fue el 26 de septiembre de 2022 cuando asistí a una de sus últimas funciones, en la sede del teatro L'Exposse de su hija, Juliana Reyes, en Chapinero. Lo que ocurrió allí fue, sin duda, un privilegio histórico.

El maestro nos ofreció un juego íntimo de improvisación, algo que solía hacer en su juventud en espacios de esparcimiento, entre amigos y colegas. A sus 80 años, regresaba a las tablas con su personaje, el profesor alemán, y como espectadores, pudimos ver no solo al historiador, sino al hombre de teatro que siempre fue... y disfrutar con él de su goce en escena.

Mientras transcurría la obra, era inevitable imaginarlo en sus años mozos, a inicios de los 60, junto a su grupo particular de amigos, quienes al igual que él, han sido grandes maestros del teatro y el arte en el país.

Nos sobrecogió su cuerpo, el de un ejecutante ducho en la escena. A los 80 años, su cuerpo parecía joven, vital. Su andar en escena fue una danza privada entre la palabra y la improvisación con el público. Su madurez fue ahistórica en el aquí y ahora; todos disfrutamos de un humor fino, de simbolismos existenciales. El profesor alemán nos llevó de la mano por su vida a través de pequeños objetos y, poco a poco, nos condujo a una disertación sobre la vida y el fin de la existencia.

Gracias, maestro, por ponernos a pensar y por hacernos disfrutar con usted la magia del teatro, sabiendo que su goce era también nuestro goce.

Nos deja sus libros, sus investigaciones, su complicidad con la creación e investigación, sus anécdotas sabias y su siempre generosa disposición al conocimiento.

Gracias por construir memoria y por el honor de haberlo conocido. Seguiré sus consejos de completar las imágenes de una nación que sigue reflejándose en escena.

Quedarán en mi memoria todas sus charlas, los tintos que compartimos y, sobre todo, la conferencia del profesor alemán.

Buen viaje, maestro Carlos José.

Gracias, gracias, gracias...


viernes, 23 de agosto de 2024

Negro" La deconstrucción de las masculinidades impuestas

 "Negro"

 La deconstrucción de las masculinidades impuestas

 Por Liliana Alzate Cuervo

Obra: Negro de Johan Velandia
Teatro La Candelaria, Bogotá - 5 de agosto de 2024
En el marco del taller de crítica teatral de Vivian Martínez (Cuba) durante el Encuentro de Dramaturgia Punto Cadeneta Punto. Organizadora: Carolina Vivas y su Umbral Teatro.


En el Teatro La Candelaria de Bogotá, el pasado 5 de agosto fue el último día de temporada de Negro, la más reciente producción de la compañía independiente La Congregación Teatro, dirigida por Johan Velandia. Desde su fundación en 2006, esta compañía ha demostrado un interés constante en temas actuales de relevancia social, política y cultural.

Negro es una propuesta teatral concebida para tres actores con una puesta en escena de pequeño formato. Al entrar al teatro, nos recibe un escenario minimalista donde el color blanco reluce intensamente en la caja negra, creando un contraste que deslumbra. El espacio escénico está dispuesto con dos filas laterales dentro del escenario, divididas por un extenso tapete blanco que se extiende hacia la trasescena. Tanto allí como en la platea se ubica el público, lo que sugiere un ambiente íntimo que literalmente hará contacto directo con nosotros en el viaje escénico que estamos a punto de iniciar.

En la obra, “Futuro es un niño de ocho años que, sorpresivamente, descubre la existencia de su medio hermano afrodescendiente de cinco años, llamado Silencio. Ambos deben compartir la cama, la habitación, los recuerdos y su corta vida. El descubrimiento mutuo, las diferencias, el temor al padre y la exposición de sus más íntimas fragilidades en un entorno humilde y familiar los empujarán a ocultar sus más oscuros secretos en las profundas heridas de la infancia. Silencio huye de la casa de Futuro en busca de su madre, pero, con tan mala suerte, se pierde en el centro de la ciudad, en el corazón de un país, en el epicentro de un mundo oscuro, cruel y doloroso.” (Texto del programa de mano).

Los actores William Hurtado, Emmanuel Restrepo y Cristian Ruiz transitan un delicado y riesgoso lugar de enunciación a nivel actoral: hacer creíble la mirada inocente y cruel de la niñez. No obstante, es a través de un detallado y cuidadoso trabajo con el gesto, la voz y sus corporalidades que la narración se vuelve verosímil.

El relato expone de manera cruda y despiadada una realidad innegable en Colombia. A medida que la obra avanza, los actores involucran al público en algunas de sus acciones: nos convertimos en cómplices en un bus, en una habitación, en una calle, en una casa de acogida, en el negocio de la trata infantil o en la casa de cartón de un vecino. Los actores interpelan al público desde su imaginario infantil; a través de sus ojos, vemos un mundo de horror, de silencio cómplice, de miseria humana e insensibilidad ante la crueldad de la discriminación y el abandono de la inocencia.

En la propuesta dramatúrgica, el espectador atento atraviesa un proceso que, entre giros de humor, le expone la discriminación constante presente en el lenguaje coloquial. Nos vamos diluyendo en los personajes que transitan de víctimas a victimarios.

La obra compromete a la audiencia con la historia de sus protagonistas mientras relatan, a destiempo, los sucesos de sus vidas. Se crea un convivium entre la escena y la platea que enfrenta al público con situaciones infames tanto sociales como cotidianas. De repente, todos somos la madre de Silencio y Futuro, todos somos los protagonistas de la historia, ya sea por omisión o complicidad. Tal vez porque en algún rincón de nuestra memoria también habitamos ese lugar impreciso de la identidad asignada al nacer, ya sea por incomodidad con nuestro color de piel, estrato social o simplemente por ser diferentes.

En el centro del escenario, una mesa larga oculta una tina que se descubre a medida que avanza la obra, convirtiéndose en un techo, un podio, un bus. Nos sumergimos en una cadena de signos corporales, lenguajes expresivos, sonidos y música que acompañan cada situación planteada. De pronto, la habitación de los dos niños se llena de agua, y con ellos buceamos en sus penosos recuerdos. Esta metáfora del agua como abismo entre la vida y la muerte, de la supervivencia, nos revela las violencias escondidas de la infancia. La inundación simboliza el hundimiento de la humanidad: un acuario roto, una caída sin fin hacia un pozo oscuro.

Los juegos de elipsis temporales se repiten durante el acontecimiento escénico, transportándonos a un mundo en blanco y negro. Los tres actores, en el movimiento de sus cuerpos, se convierten en uno solo y en muchos más. No es una danza propiamente dicha ni una coreografía, sino una partitura escénica contenida en la acción dramática: el abismo, el ahogo de la sociedad sobre el individuo, la inocencia vulnerada, la falta de amor y la ausencia de empatía hacia la diferencia.

Los que hemos seguido la trayectoria de este joven autor-director, Johan Velandia, encontramos patrones y convenciones que se reiteran en su propuesta escénica y textual. Velandia ha diseñado una impronta con temas críticos juzgados por la sociedad, en los que recurre a hechos atroces y recientes de nuestra historia. Lo vemos  Solo me acuerdo de eso, sobre la muerte de Dylan Cruz, en el terrible crimen y violación de la niña indígena de siete años Yuliana Samboní en Omisión, en Camargo, donde actúa Velandia, la vida del asesino serial Daniel Camargo Barbosa, uno de los más aterradores de Latinoamérica, o en otras obras Rojo y fin, que se centran en injusticias sociales como el desplazamiento forzado, las fronteras invisibles y la discriminación contra la comunidad LGBTIQ+, o el racismo endógeno.

En cada una de sus obras, la repetición de la crueldad se desnuda en escena, como si nos preguntara: ¿por qué el horror es aceptado y normalizado en nuestra sociedad? Se establece una suerte de lo que Rita Segato llama contra pedagogías, las cuales permiten visualizar caminos alternativos capaces de rescatar una sensibilidad y un vínculo que puedan oponerse a las presiones de la época. “Una de las claves del cambio será hablar entre todos de la victimización de los hombres por el mandato de masculinidad y por la nefasta estructura corporativa de la fraternidad masculina” (Segato, 2022)

Así, comienza a delinearse una estética particular en el grupo La Congregación. Esto se manifiesta en los tipos de actuación, las partituras escénicas y el uso de voces no oficiales, donde la textualidad juega con el pasado para narrar la fábula central, dinamizando la mirada del espectador. Hoy en día, esta compañía ha conseguido atraer a un público distinto al que suele frecuentar las carteleras teatrales independientes, generando conciencia sobre la necesidad de una apreciación escénica más diversa.

Si bien la dramaturgia de las obras de La Congregación es polémica, pues pone el foco sin pudor en lugares y voces que incomodan a una sociedad pacata que históricamente ha preferido esconder la historia oscura del poder o desentenderse de contar esas historias, la obra Negro enfrenta desde las tablas el grado de descomposición de nuestra sociedad. Nos muestra la cotidianidad de las grandes ciudades con bajos niveles de empatía ante índices obscenos de pornografía infantil, abuso, violencia de género, feminicidios, indolencia, sevicia, cosificación femenina, entre otros.

La apuesta poética de la compañía recorre sutilmente hechos reales extraídos de las noticias, generando diálogos con la audiencia sobre el odio, la violencia y la oscura naturaleza humana. Además, transita entre el teatro testimonial y el juego de la auto ficción. Surge entonces la pregunta: ¿qué tipo de teatralidad persigue el autor desde la escena que la crónica sensacionalista omite?

En Negro, no se esconden los vínculos personales ni los secretos más profundos, específicamente, utiliza la narrativa y las voces masculinas anónimas, representadas por actores reconocidos, para explorar y exponer las injusticias del patriarcado. Al hacerlo, se pone de manifiesto la rigidez de un sistema que no permite la diversidad ni acepta matices más allá de lo binario (blanco y negro), forzando a todas las personas, sin distinción de género, a conformarse a sus reglas.

La complejidad de la obra se destaca por su capacidad para aceptar y confrontar la herencia de los padres, especialmente en relación con la carga de la masculinidad impuesta. Es interesante que la obra no solo expone esta carga, sino que también profundiza en la urgente necesidad de transformarla, a través de un proceso escénico que involucra tanto el cuerpo del actor como las emociones más profundas y vulnerables, arraigadas en la infancia.

La fluctuación entre humor, crueldad y el dolor de la inocencia abandonada añade una capa de riqueza emocional que conecta con el espectador de manera inesperada y poderosa. Además, su "dispositivo escénico" permite una transición poética del horror, utilizando diversos recursos escénicos (movimiento, voz, iluminación, etc.) para transformar la brutalidad y el dolor en una experiencia estéticamente compleja y emotiva.

Sin embargo, en la escena final, los protagonistas ya adultos aceptan y trascienden su pasado común, creando un espacio idílico como ejemplo de resiliencia en medio de tanta indiferencia. Este giro final hacia la esperanza de la reconciliación puede parecer forzado, pero me atrevo a afirmar que es una necesidad apremiante del autor: poner luz en la posibilidad de cicatrizar las heridas y agregar otros colores a tanta crueldad contenida y normalizada, al menos en la ficción teatral, para avanzar hacia un cambio de mentalidad que reconozca otras masculinidades.

La obra plantea interrogantes sobre su búsqueda inclusiva, ya que en su urgencia por abarcar un espectro más amplio, no aparecen otras identidades diversas de lo masculino que también deconstruyen la masculinidad impuesta. 

De todos modos, el acontecimiento escénico es esperanzador y se agradece ver a jóvenes creadores que hoy luchan contra el patriarcado desde el teatro. No lo hacen ya por las mujeres ni para ser quienes las liberen de las violencias del orden binario, sino por ellos mismos, para sanar los mandatos de la masculinidad impuesta y comenzar a cicatrizar sus propias violencias, acalladas durante siglos con evidentes consecuencias nefastas para todos como sociedad.

Por último, quisiera dejar la pregunta que escuché y que parece resonar entre algunos espectadores de las obras de La Congregación: ¿hasta dónde debe mostrarse la verdad del documento noticioso de la historia reciente y cómo se poetiza de manera equilibrada, desde la escena, una ficción que elimine los prejuicios?

 

Desde la ciudad dela luna , Chia agosto 2024








martes, 14 de mayo de 2024

laboratorio creativo: la disolución del yo


 Taller creativo:

La disolución del YO

 

 

¡¡¡¡Te invito a despertar tu creatividad!!!!, un encuentro en donde se recurre a tu realidad para inspirarse. Les participantes se convierten en protagonista de su obra, en la que reconstruye su vida a través de alegorías, ilusiones, apariencias… Lo privado parece que deja de serlo, pero no necesariamente...

Una aproximación desde tu cuerpo y voz a la retórica de la memoria y la escritura de recuerdos

 

"Yo, autor/a, voy a contar una historia cuyo protagonista soy yo, pero que nunca me ha sucedido...

No te lo pierdas!

 

 Lugar :  virtual y presencial desde enero 2024.

Aporte: 60 000 sesión

Cupo max 10 por grupo

Si te interesa contactarme para indicaciones  

inicio tres meses, luego lo que te dure la tinta de tu corazón!

 


Así inicio en febrero de 2024 con  7 participantes, de Colombia , brasil y España y concluyo abril.  aquí encontrará, alguno de  los resultados .  

 https://docs.google.com/presentation/d/1zawcE-CpXKRGiCRARvpEm91BYMeBy2LR07oUXlWGZv4/edit?usp=drive_link


























videos sesiones

, https://drive.google.com/file/d/1v6LSRULMHjy2R1CVfdEtkO51Zb-8bERI/view?usp=drive_link
 

https://drive.google.com/file/d/1fxDWSF9wQVXLj7nN8sEswCMRDzjv8czQ/view?usp=drive_link

https://drive.google.com/file/d/1vUz0PGctbx2cLKMMsOcmS-aHydkiSrrg/view?usp=drive_link

pronto nuevo laboratorio   informen por el interno.