Se nos fue el profesor alemán.
En homenaje a la partida del maestro Carlos José Reyes, quiero recordar algunos de los encuentros que marcaron rutas decisivas en mi vida profesional. Fue el primero en creer en mí como investigadora teatral, siendo mi asesor en un premio de Colcultura allá por los años 90. Participó activamente en el video sobre García y Buenaventura, La cena, transmitido por Señal Colombia, siendo ya director de la Biblioteca Nacional.
Aquí lo pueden ver: https://youtu.be/gVyFevezimY?si=vVChtPuwLyAokpmJ
A principios de los 2000, escribió el prólogo de mi libro ¿Cuál es su problema fundamental?, sobre su amigo el maestro Santiago García. Y luego, en plena pandemia, lo invité y aceptó participar en un foro virtual sobre Las otras voces, mi última indagación. Mostró su lucidez y acertados criterios sobre la memoria teatral. Aquí lo pueden escuchar: https://youtu.be/A_AVrOt-wR8?si=rnCV2NG6UEjn8tbS
Siempre dispuesto, generoso y cálido, nos encontramos en muchas otras ocasiones, compartiendo festivales, encuentros teatrales y homenajes. Me enseñó a encontrar criterios justos sobre la apreciación escénica, a detenerme en los procesos, a diferenciar categorías de producción y a ser generosa con la información. Y mucho más sobre la creación y la investigación, que podría seguir recordando.
Hoy quiero retenerlo en mi memoria por la última vez: el maestro Carlos José salía de camerinos, aún maquillado, como su personaje, el profesor alemán. Fue el 26 de septiembre de 2022 cuando asistí a una de sus últimas funciones, en la sede del teatro L'Exposse de su hija, Juliana Reyes, en Chapinero. Lo que ocurrió allí fue, sin duda, un privilegio histórico.
El maestro nos ofreció un juego íntimo de improvisación, algo que solía hacer en su juventud en espacios de esparcimiento, entre amigos y colegas. A sus 80 años, regresaba a las tablas con su personaje, el profesor alemán, y como espectadores, pudimos ver no solo al historiador, sino al hombre de teatro que siempre fue... y disfrutar con él de su goce en escena.
Mientras transcurría la obra, era inevitable imaginarlo en sus años mozos, a inicios de los 60, junto a su grupo particular de amigos, quienes al igual que él, han sido grandes maestros del teatro y el arte en el país.
Nos sobrecogió su cuerpo, el de un ejecutante ducho en la escena. A los 80 años, su cuerpo parecía joven, vital. Su andar en escena fue una danza privada entre la palabra y la improvisación con el público. Su madurez fue ahistórica en el aquí y ahora; todos disfrutamos de un humor fino, de simbolismos existenciales. El profesor alemán nos llevó de la mano por su vida a través de pequeños objetos y, poco a poco, nos condujo a una disertación sobre la vida y el fin de la existencia.
Gracias, maestro, por ponernos a pensar y por hacernos disfrutar con usted la magia del teatro, sabiendo que su goce era también nuestro goce.
Gracias por construir memoria y por el honor de haberlo conocido. Seguiré sus consejos de completar las imágenes de una nación que sigue reflejándose en escena.
Quedarán en mi memoria todas sus charlas, los tintos que compartimos y, sobre todo, la conferencia del profesor alemán.
Buen viaje, maestro Carlos José.
Gracias, gracias, gracias...