viernes, 21 de marzo de 2025

Dónde llega lo tolerable y comienza lo intolerable


Reflexiones sobre el escándalo mediático del Teatro Petra y el FIAV



El reciente escándalo mediático desatado por la revista Semana y otros medios en torno a la creación teatral en Bogotá, específicamente el caso del Teatro Petra y el FIAV, ha puesto en evidencia la rapidez con la que se viralizan apreciaciones desinformadas e intolerantes , las cuales han ocupado páginas en los principales medios, tanto detractores como partidarios como "La Píldora" o  cero setenta de uni andes han contribuido a profundizar la confusión con análisis poco reflexivos.

Sin embargo, más allá de la polémica sobre presupuestos y sueldos de actores y actrices, el debate debería centrarse en la necesidad de una política cultural coherente con la realidad del sector. La utilización de términos como "oligarquías teatrales", "vacas sagradas" o "lobbys en el Ministerio" no solo polariza, sino que desvía la atención de los problemas estructurales. Aún más grave resulta la manipulación de citas, como la del fallecido maestro Santiago García: "El teatro muere al ser silencioso ante las desigualdades".

La precariedad estructural del sector cultural

Este escándalo mediático refleja una problemática más profunda: la cultura sigue siendo la "cenicienta" en las políticas y presupuestos del Estado. A pesar de ajustes recientes, el sector cultural sigue viéndose como un mendigo, compitiendo ferozmente por presupuestos mínimos. Es crucial abordar la precariedad laboral en este sector y promover una política pública incluyente que garantice derechos laborales, como los planteados en la Reforma Laboral archivada en la Comisión Séptima del Congreso en marzo de 2025.

La falta de una discusión profunda sobre estos temas fomenta una conciencia de subordinación y conformismo. En lugar de aprovechar la coyuntura mediática para abrir un debate serio sobre la resistencia y dignidad del teatro colombiano, seguimos enfrascados en disputas estériles. La verdadera discusión no debería ser sobre si el teatro recibe o no apoyo estatal, sino sobre las condiciones indignas en las que se sostiene.

La necesidad de una visión integral de la política cultural

Entender la política cultural como un problema exclusivo del Estado es un error. Las academias, los gremios y los festivales teatrales también han fallado en promover una formación de público crítico, que no solo llene salas y festivales internacionales, sino que también reflexione sobre la escena nacional y la construcción de una identidad cultural.

Como docente, creadora e investigadora teatral, he planteado preguntas que están vigentes:

· ¿Cuál es el compromiso del artista con la gestión y divulgación de su creación?

· ¿Quién se responsabiliza de los fracasos económicos de las propuestas artísticas?

· ¿Cómo compartimos los discursos de producción que nos han permitido sobrevivir?

· ¿Cómo afrontamos la desaparición de grupos y proyectos por falta de apoyo?

El artista no solo crea, sino que también construye público. Sin embargo, persiste una falta de cohesión gremial. Nos hemos fragmentado en pequeños grupos de poder que protegen con recelo sus espacios, ya sean cátedras, programas, festivales o estilos estéticos. ¿No es acaso la diversidad de discursos una riqueza tanto para el público como para los creadores?

El rol de la economía y la tecnología en la cultura

El artista colombiano, además de creador, es productor y gestor de su propio trabajo. La falta de herramientas para competir con las industrias culturales limita el impacto del teatro en la sociedad. Como argumenta Craig Calhoun, las "luchas por la significación" dan mayor trascendencia a las prácticas culturales que la simple inserción en el mercado.

Esto nos lleva a cuestionar:

¿Estamos reduciendo la cultura a la "alta cultura"?

¿Qué valor cuantitativo y cualitativo le otorgamos al arte?

¿Cuál es el papel de la tecnología en la difusión y evolución de nuestras manifestaciones culturales?

¿Se está produciendo una homogeneización cultural global que limita la diversidad de expresiones locales?

 


Conclusión: hacia una gestión cultural colectiva

Si queremos maximizar las ventajas de la interacción cultural, debemos aprender a vivir juntos, favoreciendo el interés, la comprensión y la aceptación de nuestras diferencias. La cultura no solo debe sobrevivir a los escándalos mediáticos, sino reconfigurarse para responder a las realidades sociales y económicas del país.

Es vital reflexionar sobre el impacto de la cultura en la cohesión social y la construcción de identidades colectivas. ¿Cómo pueden los proyectos culturales contribuir a la educación y sensibilización de las comunidades? ¿Qué estrategias podemos implementar para garantizar un acceso equitativo a la cultura? ¿Es posible redimensionar la cultura según el contexto social y económico?

Manfred Max-Neef nos recuerda la importancia de visiones más fronterizas y menos globalizantes, más cercanas a la realidad del artista periférico. Es urgente abordar la producción teatral como un acto colectivo y privilegiar un enfoque socio-crítico sobre nuestras políticas culturales.

Como concluye Jesús Martín Barbero: "Colombia necesita un relato que se haga cargo de la memoria común, aquella desde la que será posible construir un imaginario de futuro que movilice todas las energías de construcción de este país, hoy dedicadas en un tanto por ciento gigantesco a destruirlo". Ojalá este debate contribuya a esa construcción y no solo a la fragmentación.

 Quiero proponer este blog, https://vanguardiateatral.blogspot.com, como un espacio para la reflexión, el debate y la crítica teatral. Los invito a leer, opinar, escribir y compartir, con el fin de generar apreciaciones teatrales serias que realmente analicen las obras y profundicen en los procesos creativos.

Comenten, suscríbanse y participen para que la crítica teatral se fortalezca y se viralice en espacios alternativos. Es necesario responder con análisis rigurosos en plataformas independientes y no seguir legitimando la ignorancia cultural. Si tienen escritos, críticas o investigaciones, pueden contactarme por interno para contribuir al diálogo. 


Referentes :  

 [1] Néstor García Canclini, Gourmets multiculturale, de su libro La globalización imaginada [2] El Acto creativo Manfred mcneff, chileno premio Nóbel de economía alternativa [3]  Jesús Martín-Barbero. COLOMBIA: ENTRE LA RETÓRICA POLÍTICA Y EL SILENCIO DE LOS GUERREROS Políticas culturales de nación en tiempos de globalización


 

 Sobre el escándalo del  Teatro Petra ver :

https://www.semana.com/politica/articulo/la-jep-le-dio-un-contrato-a-reconocidos-actores-petristas-para-exaltar-la-gestion-del-tribunal-fabio-rubiano-fue-el-mas-beneficiado/202529/

https://cerosetenta.uniandes.edu.co/contrato-teatro-petra-jep/

https://www.youtube.com/live/eBnJdbr_HWw?si=blG_54HZRzRUaXpb

 

lunes, 17 de marzo de 2025

El vuelo de Leonor: un viaje íntimo en espiral


 

 "Para hablar de los otros hay que tener la modestia y la honestidad de hablar de uno mismo."

Godard



La obra de la maestra Carolina Vivas, reconocida creadora escénica nacional, ha marcado la historia del teatro en las últimas décadas. Desde la fundación de su grupo UMBRAL Teatro en 1991, sus montajes y textos dramáticos han ofrecido una profunda reflexión sobre los personajes anónimos de la ciudad y la ruralidad. Su mirada impecable sobre las voces subalternas y el detallismo de sus imágenes escénicas, que abordan la violencia del país, han impactado al público a lo largo de los años. Desde Segundos (1993), Filialidades (1996), Gallina y el otro (2000), Cuando el zapatero remendón remienda sus zapatos (2003), Antes (2009), Donde se descomponen las colas de los burros (2008), De peinetas que hablan y otras rarezas (2011) y La que no fue (2012), entre otras, su legado teatral es innegable. En este 2025, nos sorprende con una nueva exploración: la autoficción en su más reciente obra El vuelo de Leonor, ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia del Ministerio de las Culturas 2024 y estrenada en la sala estudio del teatro Julio Mario Santo Domingo  y su reciente temporada  en el Teatro La Candelaria de Bogota.

En primera persona y en tono de conferencia ficcionada, la actriz y autora nos sumerge en fragmentos de la memoria de su núcleo familiar. Pero el vuelo no es solo de Leonor; nos transporta a nuestra propia memoria a través de una delicada carpeta de croché sobre una mesa de teléfono antiguo, la sutileza del sonido de un tiple -interpretado por Daniel Rodríguez-, o  la precisión de las escenas  mudas de -Luisa Fernanda Acuña.  Con la autora, recordamos nuestros viejos álbumes de fotos y, como si abriéramos una caja de Pandora, se nos revela la historia oculta de lo que realmente somos.  

Leonor, la protagonista, se nos presenta como docente, esposa y madre. Sus múltiples facetas se despliegan mediante fotografías, documentos y escenas condensadas en diversos estilos representacionales. Poco a poco, se perfila una visión rígida del rol femenino, marcada por el patriarcado. La obra expone un país conservador, clasista y religioso que, sin transición, entra en la modernidad arrastrando una herida colonial que, lamentablemente, aún sigue abierta en el presente.

Así, la autora  desnuda su alma y sus recuerdos, y evidencia cómo la memoria de los otros se encuentra incrustada en los espacios más íntimos del hogar: el estudio, la sala de estar, la cocina, el lavadero. Como afirma el reconocido autor de autoficción Sergio Blanco: "Toda escritura auto ficcional siempre parte de una experiencia personal – dolor profundo o felicidad suprema –, siempre va a partir de ese yo, pero para ir más allá de sí mismo, es decir, para poder ir hacia un otro".

 En el caso de El vuelo de Leonor, ese "otro" es una "otra" subalternizada desde tiempos inmemoriales. No solo la madre Leonor sino las tías hasta el rol masculino, huérfano de esposa interpretado por el actor y músico  Ignacio Rodríguez.



Quiero destacar una imagen poderosa y cargada de simbolismo que se teje en la dramaturgia de la escena: una ventana entreabierta por donde sentimos, desde la platea, el ingreso de una brisa fría que nos eriza la piel. Esta imagen evoca una sensación de transición, incertidumbre o el umbral entre dos mundos. Frente a ella, la figura de una mujer indígena, velada, desnuda e inmóvil, encarna una identidad fragmentada, oscilando entre la presencia y la ausencia, la aceptación y el rechazo de su propio origen.

La actuación contenida de la actriz Reina Sánchez da voz a una historia no contada del país. Con una narración de raíz originaria, expone situaciones estremecedoras de cuerpos y corazones violentados, abusados y olvidados en la historia colectiva del país. El personaje evoca a aquellas mujeres que trabajaron como empleadas domésticas, que fueron madres sustitutas, que criaron familias enteras, alimentaron generaciones y limpiaron por años nuestros desechos, sin derechos laborales, pero con múltiples deberes y afectos no reconocidos. Muchas de ellas, hoy, permanecen abandonadas, perdidas en los recuerdos de infancias incompletas.

Mucho más podría decirse sobre lo que esta obra despierta. El lugar de enunciación del "yo" se transforma en una exploración de la soledad femenina, que se expande en espiral hasta la madre tierra. Se trata de una textualidad arriesgada, que da voz a lo incómodo a través de una palabra expositiva que busca, en su propia cicatriz, la poesía.  

Por ahora, solo queda invitarlos a no perderse este viaje íntimo en espiral del El vuelo de Leonor y desearle a Umbral Teatro siga explorando la sinceridad actoral, la lucidez expositiva y esa herida que, al tocar el arte, se convierte en poesía.

Un agradecimiento especial—y muchas flores—para la señora Leonor, por su hija Carolina y su bisnieta Ainara  "golondrina" en vuelo, por regalarnos la sanación de su linaje femenino.

 

 

 


 

 

 Liliana Alzate Cuervo

Crítica e investigadora teatral

Chia, 4 de marzo 2025.