La anterior pesquisa permitió poner en práctica dispositivos de análisis que desvelaron representaciones, lejos de los lugares de enunciación de la supuesta
modernidad. Se evocaron textos que mostraron la teatrable del uso oral dramático, dentro del sistema-mundo otro hasta autores de estructura clásica (S.XIX y principios del XX)

La
reinvención de la teatralidad originaria en el continente aún está
definiéndose, esta indagación es solo un ramillete, una puntada sin dedal que
requiere con urgencia que el mundo observe y reconozca con dignidad las
culturas: india, negra, mulata y mestiza; visibilizando sus cuerpos-voz-memoria .
Los ecos del territorios de los pueblos imaginados de Abyayala: Riberas de los ríos, montañas, selvas, ahora deambula como por calles
y barrios periféricos de las ciudades del mundo. y el teatro es una muestra de ello.

Las obras del corpus que se analiza alimenta las
narrativas de las otras voces, construye representaciones desde las
teatralidades viva. Los linajes amerindios y africanos aparecen en
todas las épocas de la historia, estas voces han sido obligadas al
desplazamiento forzado, a la migración, a la quiebra de los núcleos simbólicos
de sus culturas y sus territorios originales; han sido empujados a instalarse
en otros ambientes en los cuales no era posible ser. Sin embargo, sus voces en
vez de silenciarse se convirtieron en un grito creativo, en susurros cantados de pueblo en pueblo, negándose a olvidar su linaje y desaparecer como cultura:
Voces vivas, propias y vigentes en la teatralidades del mundo.
Es
urgente mirar, escuchar estas voces, no como fetiches exóticos ajenos sin
historia. ni como posibilidad de atraer turismo; si no como manifestación
artística antigua y nueva que reclama su espacio en la sociedad como referencia
fundamental de las manifestaciones culturales originarias del continente.
Este libro muestra cómo desde los tiempos pre-diluvianos
hasta hoy se puede observar al mestizaje como una forma natural
de asociación entre los seres humanos. El cual ha narrado la deconstrucción del cuerpo mestizo, atravesado por la
colonia/conquista/independencia hasta llegar a los postulados de la supuesta
modernidad.
La
historia oficial sigue haciendo uso de la palabra «Nuevo Mundo», el cual
presupone que antes había poco o nada y que lo de antes era inmaduro, primitivo
y salvaje. Por eso cuando nos llega
la modernidad aceptamos sin contradicciones ser nombrados como un país del
“tercer mundo” en relación con una civilización supuestamente desarrollada pero, hoy ignorante frente a nuestra propia cultura, sus cosmogonías y cosmovisiones.
Sin
embargo, nos queda la pregunta de ¿cómo
nombrarnos?: Abyayala, Indoamérica, Hispanoamérica, Latinoamérica,
Mestizoamérica o el Nuevo Mundo. Cualquiera que sea la palabra que usemos,
seamos conscientes de que estamos enlazando la génesis triétnica en este
espacio territorial que habitamos, ya que a la luz del siglo XXI siguen ajenas
al relato de nación.
Por
eso definir cómo nombrarnos es urgente, para darle relevancia a los ecos
originales que hoy viven bajo el influjo occidental y reconocen el intercambio social y cultural de los saberes que se encuentran en nuestra
constitución del 1991.
Por
otro lado, no debemos desconocer los recursos provenientes de la cultura mestiza
divulgados bajo el influjo del folclor, la antropología, la etnografía. Los
cuales sirvieron como referencia para el enaltecimiento del tema indígena y
afro, en cuanto portadores de la idea de resistencia.
En la presente investigación se profundiza en los conceptos como: Oralitura, Negredumbre, transculturación, pliegues de lectura como forma de categorías; Re-territorializando las ideas por el estudio del cuerpo y sus enunciados provenientes de la teatralidad.
El
corpus de estas voces y sus ecos habitan una supra-territorialidad, como dicen algunos expertos, (Dubatti:19), ya que es sabido cómo los estudios han regresado a las teatralidades otras en su búsqueda de diversos lenguajes expresivos, dentro y fuera
de sus territorios originarios, imbricando la noción de cuerpo a la presentación. Así lo confirman los estudios de
performance y las dramaturgias expandidas que han dado un toque global a la idea de lo teatrable. Pero, la verdad estos tipos de representación existían desde tiempos ancestrales en nuestra Abyayala.
En
síntesis, según esta perspectiva debemos reconocer que, los análisis de la
academia, las historias oficiales sobre el teatro y las reflexiones independientes
se han quedado muy cortas; carentes de herramientas para la lectura de una la rica
teatralidad de nuestro continente. Tal vez
porque, como lo explica Walter Mignolo 1992,): “el proceso de colonización del lenguaje
implicó la subversión de dos sistemas humanos de interacción: el aural y el gráfico, logrando este último alejar
la lectura de los cuerpos.
La
teatralidad aquí expuesta desde las semillas de la oralidad, pasando por la estructura aristotélica hasta la actualidad demuestra la influencia de las voces otras en toda las obras universales, a pesar del pensamiento letrado que incite en no darle crédito al estudio de sus signos y símbolos, aunque den cuenta de una sociedad propia, que
no renuncia a sus imaginarios ,y sigue adaptando sus mitos, ritos y creencias con las del colonizador o cultura dominante.
Las voces otras son un verdadero ejemplo de transformación poético a través de los tiempos así como de imbricación de culturas en medio siempre de la
violencia y el desplazamiento. Sus teatralidades continúan construyendo vínculos con la tierra, con
el cosmos, con “los mundos de arriba y de abajo” a través de sus cantos,
bailes, de sus “angelitos” y de sus difuntos en el tiempo presente.
Las obras de las otras voces trazan un tipo de mapas liminales de una comunidad en un proceso de participación creativa que pone en juego el saber colectivo (horizontal) de una forma única: abriendo una mejor comprensión del territorio y de cómo se ha vivido ancestralmente.
Al trabajar con el recuerdo, la escucha y la sospecha se visibilizan cartografías simbólicas del cuerpo-voz - memoria; se demuestra como los objetos artísticos pasan a ser sujetos actuantes permitiendo reconstruir la historia de iguales. De ahí la importancia de utilizar la hermenéutica de la escucha como herramienta para la lectura teatral, ya que nos lleva a partir de
la realidad de hoy, para ir al texto/representación con nuestras preocupaciones
y volver de él con otras preguntas, estableciendo un diálogo, una verdadera
circulación entre el texto y el lector.
Intentamos
avanzar en un tipo de lectura, que es en sí misma una metodología alternativa,
que les permite a las comunidades teatrales conocerse y construir un
conocimiento más integral del territorio escénico que nos pertenece y tal vez
poder elegir una manera diferente de habitarlo creativamente.
ALGUNAS DEFINICIONES SUELTAS PARA ABRIR DISCUCION :
Mestizaje y transculturación
[...] para hablar de transculturación, se trata de un concepto que rebasa la idea de mestizaje por encontrarse está instalada en lo étnico, a la vez que supera las limitaciones del concepto de sincretismo, pues la transculturación es vista y enunciada por Ortiz no como un punto de llegada sino como un proceso que, habiendo partido de la confrontación y de la subalternización consecuente, desarrolla una dinámica que pasa por la convivencia para llegar a la cohabitación y al reconocimiento recíproco de los factores culturales que alguna vez fueron antagónicos y que ahora se aceptan y resuelven autónomamente cómo integrarse. Es, sin duda, una importante ruptura metodológica y epistemológica. Hugo Niño, 2008 : [32-33) Hugo Niño, 2008 : [32-33)El etnotexto: las voces del asombro.
Las teatralidades:
La búsqueda de un equilibrio
ritual en torno a la realidad cotidiana, se expresa en la música y la danza, en
la destreza corporal, en la riqueza creativa de la oralidad, el canto, el verso
o la mímica. El ornamento, la gala o el traje son improntas de un pensamiento
religioso y de un transcurrir mundano en espacios temporales e históricos representados
en escenarios festivos (Friedemann, 1995, p.18).
Los estudios antropológicos invitaron a una revisión en paralelo con los estudios teatrales y central aquello
que se entiende como dramaturgia; evidenciando la necesidad de ampliar las
fronteras interpretativas como algo que no posee solo una estructura
tradicional, sino una estructura
fronteriza. Recordemos que es extenso el calendario de fiestas a lo largo y ancho del territorio. Así se encontraron varios casos que aún persisten en el presente y son muestra de las ricas teatralidades que habitan en nuestro continente.
Esta expansión dramatúrgica nos colocó otro filo en el análisis:
la transformación del lugar del autor, ya conocido desde la creación colectiva; aseverando que esta forma colectiva de creación se
asemeja al sentido de comunidad de las culturas primigenias, sobre todo en la
construcción de sus narraciones; dando paso a otro cruce de caminos entre los
discursos teatrales, las ciencias sociales y humanistas. Lo que comprueba la urgencia de la inclusión y revisión de los procesos de creación, en todas las disciplinas académicas, no solo la
teatral, si no la pedagógica y la investigativa.
Lastimosamente,
este acierto de la historia del teatro no establece diálogo con la academia oficial y es evidente su alejamiento en las pesquisas de las grandes bibliotecas, academias de
literatura, artes y humanidades. Logrando negar casi por completo el origen de nuestra narrativa, ya
bien por no comprender lo colectivo o por no entrar en las categorizaciones
canónicas de la escritura dramática.
Rescatar
así estas narraciones inscritas en el universo simbólico de nuestras teatralidades originarias haciendo una relectura desde las oralidades me lleva a
constatar que existen cicatrices
culturales como forma de textualidad. Y fue ahí en esta figura de las cicatrices como herida que se evidenció el cuerpo como una clave de análisis. y como resultante nos detuvimos en puntos “entrecruzados” de
la inter textualidad de esas cicatrices
íntimas e históricas expuestas poéticamente en una escena. Se presenció un
cuerpo que dice y desdice desde una acción muchas veces cantada y danzada.
Fue esta unión simbiótica la prueba que todos
los acontecimientos teatrables escogidos para su análisis están en el umbral
entre presentación-representación, entre sueño y vigilia, entre palabra oral y
acción dramática. Para así encontrar enlaces en los discursos actuales de creación
dramática: el cómo fue o está siendo su representación, actuación, espacio
escénico y palabra dramática que pone estas voces como protagonistas;
demostrando cómo permean sin duda la evolución de las artes vivas en nuestro
país.
PLIEGUES
La oralidad
La
oralidad se asumió aquí como nueva teatralidad, ella nos
informó cómo funciona la memoria de los grupos étnicos como una cultura viva.
Produciendo nuevas narrativas que dan respuestas al rumbo que plantea el siglo
mediante umbrales de producciones vivas.
De ahí la importancia de revisitar estos rituales como Etno dramaturgias
de Abyayala para el teatro como espacio de expectación política y cultural.
Llegamos
entonces a un corpus primigenio los cuales nos permitió visibilizar la palabra que
camina como lenguaje teatral hecha acción. Revelándose que la palabra es un
acto performativo íntimo, pero en comunidad. Recordemos que la teatralidad
expandida al igual que la oralitura pone en relevancia la palabra viva. La
palabra se sigue enunciando y transformando cada vez que se narra, lo que
permite la continuidad de las relaciones culturales y la identificación de los
roles sociales desde la tradición (Niño, 1997).[2]
Invito a los posibles interesados a estudiar lo que aún queda no solo de
leyendas esporádicamente recogidas en una región, sino las que poseen todavía
las múltiples etnias indígenas del continente; ello permitiría establecer
distribuciones interesantes de los numerosos temas que plantea la oralitura indígena y aclararía la esencia de argumentos y
personajes que aparecen solo nombrados en los estudios antropológicos, hilando mejor las
estructuras de una posible etnodramaturgia del continente y por fin una posible
inclusión en el canon teatral. Es entonces pertinente que la interpretación de estas
expresiones artísticas no separe la estética de la vida en la comunidad, que
parta de la escucha de su cosmovisión y su cosmogonía.
La
oralidad negra: la historia no escuchada
Lo
examinado en el capítulo de Sembrando
pensamiento del libro, permite observar la reflexión histórica que negó sistemáticamente la existencia de una cultura
afrocolombiana: sus formas de organización social y cultural alrededor de la
tradición oral o «Arte literario», como llamó Rogelio Velázquez a la oralidad.
A lo que me refiero en ese capítulo es
al entendimiento de la tradición oral afrocolombiana como organizadora de
relaciones sociales y culturales en el territorio colombiano. Considero que
esta construcción de sentido se suma a otras sobre el territorio, a las que
Arturo Escobar (2008) ha denominado estrategias
subalternas de localización (subaltern
strategies of localization) (p.59), se trata de modelos o pensamientos
alternativos de vida y sociedad que disputan y proponen significados distintos
a los promovidos por el capitalismo y la modernidad.